Desafiando a la rosa de los vientos y los
novísimos sistemas para prever el tiempo la casa El Gallo Pesca avanzó con la
empresa de realizar otra salida de pesca en el mar…
Con la aprobación del capitán Carlos Inuggi
embarcamos el sábado 2 de abril a las 5:30 desde el puerto de Mar del Plata.
Acomodados en espacioso “El Barco” soltamos amarras y en la oscuridad de la
madrugada echamos ruta firme hacia nuestro destino. Un instrumental iluminado y
el motor a pleno nos sacaban del antepuerto. Una blanca imagen recortada en el
contraste del cielo se llevaba la atención mientras en silencio se pedía por
todos los que emprendíamos la empresa, el Cristo erguido que da fin a la escollera
sur.
Mientras la nave se alejaba de las luces de
la feliz, en penumbra, comenzaba el ritual de aprontar los equipos… Cañas;
reeles, líneas y plomadas eran celosamente inspeccionadas para el cometido…
Bajo cubierta, las infusiones y bocaditos
circulaban al resguardo de la inclemencia del tiempo.
Nunca logramos ver el cenit entre la noche
y el día en medio del mar por las espesas nubes que daba un tinte gris a todo
el monótono paisaje.
Solo cuando el constante rugir del motor
cambió, entendimos que estábamos próximos al coto de pesca.
Entre cambios de marchas, el Capitán,
intentaba anclar la embarcación sobre lo que sería un cardumen pronto a
capturar… Así fue, ¡líneas al agua y a comenzar a pescar!… Los mas rezagados
veían con asombro el izar las capturas: besugos de mediano y algunos de buen
porte.
No tardaron en llegar los dobletes en aquellos
mas pacientes. La pesca se iba dando con el correr de los minutos… todo no
podía ser perfecto, la lluvia dio su presente. Estoicos pescadores ignoraron la
incomodidad y continuaban el rito de encarnar las prolijas postas ofrecidas por
el marinero, apuntar el imaginario lugar y soltar línea…
Promediando el mediodía largo, solo se
habían obtenido lindos besugos, probablemente por la voracidad en morder
nuestros engaños o la falta de otras especies… el capitán Carlos, con gran
atino, buscó piedra por piedra hasta dar con otras especies… es cuando a poco
de dar por finalizada la excursión asomaron las pocas chernias y el único
salmón. Piezas de buen porte que solo fueron muestra, junto a algunas anchoitas
de banco, de las variadas especies de mar.
Pocas son las imágenes que se pudieron
obtener dado que la lluvia impedía utilizar los electrónicos elementos para
inmortalizar estos momentos.
Con la voz del marinero diciendo ¡cañas
arriba! emprendimos el regreso con las alforjas llenas de buenas capturas.
A medida que el impulsor y el timón interactuaban
para ubicar a El Barco en dirección a la invisible costa con cadencia lenta
íbamos guardando los equipos y el marinero ofrecía su servicio de limpieza de
capturas…
Motores a pleno, bajo cubierta, el café y
las historias hacían mas corto el regreso… En proximidades del antepuerto, ya
entrada la noche, el bramar del motor calmaba sus ansias de llegar por una
serena última navegación, hasta qué, con precisa maniobras El Barco atracaba
para dejarnos en tierra firme.
Un broche de oro fue compartir la cena en
el polo gastronómico del puerto entre bullicio, ruido de vajilla y choques de
copas… Por lo que siguió un silencio de cuatrocientos kilómetros para dar lugar
a los mas preciados sueños de la pesca.
Tanto Marcelo y Edith del Gallo Pesca como
Carlos Inuggi de El Barco, respetables trabajadores.
Para recomendar…
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------------- Explorador Veterano, Bat 15 Exalumno de Don Bosco
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