Una pesca extrema

Mi amigo de pesca, Diego, me invitó a realizar una pesca distinta.

El sábado, muy temprano, partimos con destino a zona norte de la costa del río de la Plata.

Un cielo rojo totalmente despejado delineaba el horizonte, ahí donde se une el marrón del río en el cielo. Cada tanto y haciendo foco algunas balizas podía divisar.

Cañas armadas y bolsillos llenos de ilusión entramos a paso firme como apuntando llegar al Uruguay. Agua a la rodilla era la distancia para realizar los primeros lances.

No mas de un rato, suficiente para distraerme en el paisaje y volver la vista a la boya palito que acusaba la primera llevada del año… ¡Cañazo y a cobrar! Un respetable bagre amarillo que degustó la masa preparada por mi compañero. Correspondiente devolución y a seguir pescando…

Mientras que capturábamos pequeñas boguitas el río nos descubrió y comenzó su ciclo de crecida sumado al viento sureste que predominaba. En pocas horas nos arrinconó sobre la pared de juncos invitándonos a retirar. Era el río o nosotros.

El pescador es perseverante y logra su cometido, en este caso con el agua al pecho…

Así pude capturar un importante bagre moncholo y al rato la punta de la caña doblada indicaba que mi compañero obtenía una majestuosa carpa la que cobraba caro su captura.